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lunes, 14 de marzo de 2011

TENTACIONES

I Domingo Cuaresma - 13 de marzo de 2011
Parroquia de Fátima - Monterrey, N.L.

Primer domingo de Cuaresma: las tentaciones de Jesús. Y las nuestras… ¿Quién aquí no es tentado…? ¡Que nos muestre sus alas!


Con frecuencia le he preguntado a Dios: ¿Por qué nos dejaste las malas inclinaciones y las tentaciones? La respuesta de San Agustín:
 «Nuestra vida, en efecto, mientras dura esta peregrinación, no puede verse libre de tentaciones; pues nuestro progreso se realiza por medio de la tentación y nadie puede conocerse a sí mismo si no es tentado, ni puede ser coronado si no ha vencido, ni puede vencer si no ha luchado, ni puede luchar si carece de enemigo y de tentaciones» (San Agustín).

Top 10 de las tentaciones:

10. Gula / Alcohol
9. Avaricia
8. Pereza
7. Vanidad
6. Orgullo
5. Envidia
4. Rencor
3. Lujuria
2. Ira
1. Desaliento / desesperanza

5 medios para afrontar la tentación

Vigilar
Cuestión de realismo. Somos frágiles.

Orar
“Quien no hace 15 minutos de oración al día no necesita demonio que lo tiente” (Santa Teresa).

Luchar
Desde el primer momento. No dejarla crecer.

Huir
Dos tentaciones en las que siempre hay que huir: tentación contra la pureza y tentación contra la fe.

Esperar
No serás tentado por encima de tus fuerzas. La tentación es siempre pasajera. Aun si caes, puedes esperar el perdón y la oportunidad de levantarte.

Valor de la confesión, sobre todo en cuaresma. 1 confesión bien hecha es más eficaz que 100 exorcismos (P. Fortea).

María, Refugio de los tentados

«¡Oh tú que te sientes lejos de la tierra firme, arrastrado por las olas de este mundo, en medio de las borrascas y de las tempestades, si no quieres zozobrar, no quites los ojos de la luz de esta Estrella, invoca a María!  Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas en los escollos de las tribulaciones, mira a la Estrella, invoca a María. Si eres agitado por las ondas de la soberbia, si de la detracción, si de la ambición, si de la emulación, mira a la Estrella, invoca a María. Si la ira, o la avaricia, o la impureza impelen violentamente la navecilla de tu alma, mira la Estrella, invoca a María. Si, turbado a la memoria de la enormidad de tus crímenes, confuso a la vista de la fealdad de tu conciencia, aterrado a la idea del horror del juicio, comienzas a ser sumido en el abismo de la tristeza y la desesperación, mira la Estrella, invoca a María. En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María…  No te extraviarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si en Ella piensas. Si Ella te tiende su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás, si es tu guía; llegarás felizmente al puerto. Sólo mira la Estrella, invoca a María!» (San Bernardo de Claraval)

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