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martes, 8 de mayo de 2012

¿CUÁL ES TU SECRETO?

V Domingo de Pascua - 6 de mayo de 2012
Parroquia de Ntra. Sra. de Fátima - Monterrey, N.L.


¿Secretos del éxito?

La literatura actual ofrece mil secretos del éxito. Una búsqueda rápida en la red arroja diez millones, cien mil resultados… “Los diez secretos del éxito”, “Los siete secretos del éxito”, “Los 21 secretos del éxito”, “Secretos del éxito en ocho palabras”.


Parece que los secretos del éxito no son tan secretos… Un elenco de los más típicos “secretos del éxito” incluiría:

  • El optimismo
  • La autoestima
  • La inteligencia
  • El enfoque
  • La asertividad
  • La tenacidad
  • La innovación
  • La fama
  • Las relaciones
  • La fortuna
El secreto cristiano del éxito.

Jesucristo no escribió una lista de “secretos del éxito”. Pero sí nos dio el secreto más valioso para el verdadero éxito en la vida. En su formulación, parece más una “anti-clave” del éxito: “Sin mí no pueden hacer nada”. “Nada” que tenga que ver con el verdadero éxito en la vida. Si por “éxito” entendemos que las cosas nos salgan bien, según métricas y parámetros humanos, el secreto cristiano del éxito no siempre va a funcionar. El verdadero éxito personal es muy diferente a tener salud, trabajo, bienestar, inteligencia, belleza, etc. Algunas religiones y tendencias cristianas insisten demasiado a sus seguidores en la prosperidad material como fruto de su relación con Cristo. “Si crees en Cristo y confías en Él, todo te saldrá bien…”. Pero, ¿qué pasa si las cosas salen mal? Tu fe se debilita. El verdadero éxito es la salvación eterna, no el bienestar terreno. Cuando Jesús dice que sin Él no podemos hacer nada, quiere decirnos que sin Él no podemos hacer nada en relación con nuestra salvación eterna. Ahora bien, todos nuestros actos tienen una dimensión salvífica. Si permanecemos unidos a Cristo, como los sarmientos a la Vid, nuestros actos darán frutos de salvación. Más aún, Dios quiere que todo lo que hagamos produzca fruto: “La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto”.

La formulación paulina

San Pablo le dio la vuelta a este mismo principio, poniéndolo en positivo: “Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Fil. 4, 13). El estar unidos a Cristo no sólo es la mejor, también es la única manera de

  • Vencer tentaciones
  • Superar tribulaciones
  • Soportar cruces
A modo de corolario final, podríamos repetir esta simple jaculatoria: “Señor, contigo todo, sin Ti, nada”. En esto consiste, en definitiva, la madurez cristiana; el verdadero éxito en la vida.

María

María ha dado el fruto más grande de toda la historia de la humanidad. El “fruto bendito de su vientre” es Jesús mismo, nuestra salvación. Que Ella nos alcance la gracia de dar verdaderos frutos de salvación en nuestra vida.


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