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lunes, 6 de febrero de 2012

RETRATO HABLADO DE JESÚS


Domingo V del Tiempo Ordinario - 5 de febrero de 2012
Parroquia de Fátima - Monterrey, N.L.

Un retrato hablado

El evangelio de hoy es un evangelio de síntesis. En muy pocas frases, a modo de pinceladas, nos presenta un retrato hablado de Jesús. Veamos los rasgos más destacados de este retrato, que nos presenta el evangelista Marcos.


Jesús cercano

Un primer rasgo de Jesús es su cercanía. Jesús es todo menos un ser lejano, ajeno a la vida de los demás. Imagino a Jesús preguntándole a Pedro, después de encontrarlo: “¿Dónde vives? Llévame a tu casa. Quiero conocer a tu familia”. Entrar en una casa es crear una relación de intimidad. Jesús quiere entrar en todas las casas. Quiere que todos experimenten su cercanía, su intimidad. Un consejo que doy a los novios que ya se van a casar es que coloquen una Biblia y un Crucifijo a la entrada de su futura casa. Será una señal para ellos de la presencia de Cristo en su hogar. Y será una señal para los demás, de que están entrando en una casa donde está Cristo presente…

Y entrando a la casa de Pedro, lo primero que hace es un milagro: cura a su suegra. Me llama la atención que el Evangelio dice: “Tomándola de la mano”. Jesús no sólo es cercano. También es tierno, es cariñoso.

De hecho, Jesús tocó a muchísimas personas a lo largo de su ministerio:
  • Tomó de la mano y levantó a un sordomudo poseído (cf. Mc 9, 25 – 27).
  • Tocó los ojos de los ciegos y les devolvió la vista (cf. Mt 9, 29).
  • Tocó a un leproso y lo curó (Mc 1, 41).
  • Abrazó a los niños que se acercaban a Él (cf. Mc 10, 16).
  • Tomó de la mano a la hija de Jairo y la resucitó (cf. Mc 5, 41).

Esa personalidad tan humana de Jesús es una expresión de su identidad más profunda: Él es verdaderamente el “Dios con nosotros”.

Jesús accesible

En segundo lugar, Jesús es accesible. La gente se entera de que está en casa de Pedro. Y acude en masa. Jesús los recibe a todos. Obra –a juzgar por el texto– infinidad de milagros y exorcismos. La casa de Pedro se convierte en una tarde en el sitio más visitado de Galilea. Porque ahí había amor, había compasión, había perdón y sanación. La casa de Pedro hoy es la Iglesia. Y en esta casa, Jesús sigue ofreciendo su bondad, su cercanía, su disponibilidad para escuchar, para sanar, para redimir penas y culpas. Cuando ustedes vienen a la Iglesia, al menos los domingos, vienen a encontrarse con este mismísimo Jesús. La Misa dominical no es un requisito del catolicismo; es una necesidad de nuestro corazón. Es el espacio y la oportunidad para tener un encuentro personal con Cristo: con su bondad, con su amor que redime, purifica y sana.

Jesús orante y silencioso

El tercer aspecto que llama la atención de este evangelio es que Jesús sale de madrugada a ponerse en oración y silencio. Él, que era la Palabra Eterna de Dios, guarda silencio para escuchar a su Padre. Sin duda, Jesús vivía en contacto permanente con Dios Padre. Toda su vida terrena era, en este sentido, una oración. Pero Jesús dedica tiempos específicos al silencio y la oración. Orando, Jesús nos descubre su secreto para ser cercano, accesible y amoroso con los demás. No basta ofrecer el día. Hay que reservar un tiempo para orar. Hay que ponerse en la presencia de Dios. Hay que platicar con Él. Los esposos lo saben muy bien: no basta convivir; tienen que hablar. Conozco parejas que reservan una tarde o noche para salir a comer o cenar juntos y ahí aprovechan para dialogar con más profundidad. Para escucharse mutuamente y resolver sus asuntos. Ponerse en oración no es sólo platicar con Dios; es también guardar silencio delante de Dios. Igual ocurre en el diálogo matrimonial o familiar: hay que guardar silencio para escuchar al otro. Recientemente, escribía el Papa Benedicto XVI: «Callando se permite hablar a la persona que tenemos delante, expresarse a sí misma; y a nosotros no permanecer aferrados sólo a nuestras palabras o ideas, sin una oportuna ponderación. Se abre así un espacio de escucha recíproca y se hace posible una relación humana más plena… Si Dios habla al hombre en el silencio, el hombre igualmente descubre en el silencio la posibilidad de hablar con Dios y de Dios» (Mensaje para la jornada mundial de las comunicaciones sociales, 2012).

Conclusión

Éste es el retrato hablado de Jesús, que Marcos nos presenta este domingo: un Jesús cercano, accesible y orante. La invitación es clara: seamos también nosotros más cercanos, más accesibles y más orantes. Sepamos hacerlo especialmente con quienes están a nuestro lado. Seamos más cercanos, amables y disponibles con todos. Y descubramos que el secreto para lograrlo es la oración. María Santísima, la Mater amabilis (Madre amable) nos alcance esta gracia.

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