¡Gracias por su visita!

Aquí podrán leer capítulos de "Vicios & Virtudes", guías, frases, fotos y otras publicaciones. Los lunes estará disponible el nuevo video con la homilía del evangelio y la versión en texto. ¡Gracias por su visita!

lunes, 28 de noviembre de 2011

VE SOLTANDO EL CORAZÓN


I Domingo de Adviento - 27 de noviembre de 2011
Parroquia de Fátima - Monterrey, N.L.


Ve soltando el corazón

No encontré mejor título para la homilía de este primer domingo de Adviento que el de una canción de Alexander Acha: Ve soltando el corazón. Porque de eso trata el Adviento: de ir soltando el corazón; de irlo liberando para dejarlo correr por las grandes avenidas del amor. Porque el corazón humano se parece mucho a un auto. Pero a un auto potente, de 12 cilindros, con mucha “ripressa”, como dicen en Italia. Tal vez tenemos un corazón con alma de Ferrari. Pero nos da miedo correr. El Adviento es una autopista de 8 ó 10 carriles; una invitación a soltar el corazón y dejarlo correr. Como esas grandes autopistas alemanas, en las que lo que está prohibido es ir a menos de 140 km/h. ¡Claro, todo tiene riesgos! También el amor. Porque amar es estar dispuesto a arriesgar el corazón.


Los frenos del corazón

Para “soltar” el corazón, hay que quitarle tres frenos:
  • El freno del egoísmo.
  • El freno del miedo.
  • El freno de la discordia.


El freno del egoísmo

El egoísmo es el freno de mano del corazón. El egoísmo es conformista. Prefiere ir a 20 ó 30, pudiendo ir a 200 ó 300 km de amor por hora. El egoísmo es consumidor. Con el freno puesto, tu corazón no puede dar muchos kilómetros de amor por litro. Además, el egoísmo nunca te llevará por las grandes avenidas del amor; preferirá siempre las estrechas calles de la tacañería. Lo contrario del egoísmo es la generosidad. La generosidad libera toda la potencia del corazón. El Adviento es un tiempo de generosidad por excelencia. Es un tiempo para regalar y compartir. ¿Quieres liberar toda la potencia de tu corazón? Regala perdones y reconciliaciones, regala benevolencias y comprensiones, regala borrones y cuentas nuevas. Regala y comparte. Comparte tu fe, comparte tu pan, comparte tus bienes. ¡Ve soltando el corazón!

El freno del miedo

El miedo es el freno de pie del corazón. Cuando te enseñan a manejar, lo primero que te dicen es que no debes manejar con los dos pies: uno sobre el acelerador y otro sobre el freno. Hay personas que llevan siempre un pie en el freno. “Por si acaso…”. Algo parecido les pasa a quienes tienen miedo de entregar, de abrir, de exponer el corazón. Tal vez su corazón ha tenido ya algún “accidente”, y ha salido herido, lastimado. Por eso les da miedo “soltar” el corazón, dejarlo correr. Prefieren llevar siempre un pie sobre el freno… Prefieren no entregar, no dar, no abrir el corazón. Prefieren no “arriesgar” el corazón. Tristemente, lo que vale para las apuestas, también vale para el corazón: “el que no arriesga, no gana”. Corazón que no se entrega, se seca. Lo contrario del miedo es la confianza. Para amar, hace falta confiar. Quitar el pie del freno y pisar el acelerador. El Adviento es un tiempo para acelerar el corazón. Si tienes miedo de amar, pídele a Dios que este Adviento vuelva la confianza a tu corazón. Convéncete de que es mejor arriesgar el corazón que secar el corazón. ¡Ve soltando el corazón!

El freno de la discordia

El último freno del corazón es la discordia. La discordia es el freno de motor del corazón. Si has manejado un carro de transmisión manual, sabes lo que eso significa: vas ya a cierta velocidad y de pronto metes segunda o primera, el motor se revoluciona y el auto se frena. La discordia es, etimológicamente, un mal funcionamiento del corazón. La discordia, en lugar de unir, divide; en lugar de consensar, opone; en lugar de pacificar, contraría. La discordia no sólo es un freno del amor; es la reversa del amor. Y hay gente que parece que en esto tiene su entretenimiento favorito: en crear polémica, en suscitar pleitos, en alentar enconos; en frenar corazones. Lo contrario de la discordia es la concordia. Concordia significa unir voluntades, fundir almas, “sincronizar” corazones. Ningún tiempo mejor que el Adviento para trabajar en la concordia. Empezando por la concordia matrimonial y familiar. El Adviento prepara la Navidad; y la Navidad es, típicamente, tiempo de “re-encuentro”, tiempo de “re-unión” familiar. ¡Qué mejor propósito para este Adviento que trabajar en la concordia! Por eso, ve alineando tu corazón con el de los demás. Porque eso es la concordia: alinear los sentimientos, deseos e intenciones de tu corazón con los de los demás. ¡Ve soltando el corazón!

María, Madre de nuestro corazón

Hoy empieza este gran tiempo de Adviento. Hoy entramos en esta gran avenida del amor que invita a soltar el freno y correr. Nadie mejor que María para enseñarnos a soltar el corazón. Ella nunca aceptó frenos. Ella supo mantener su corazón libre de egoísmo, de miedo, de discordia. Que Ella nos acompañe especialmente en este tiempo de Adviento y nos ayude a ir soltando el corazón.

+