Domingo II del Tiempo Ordinario - 15 de enero
de 2012
Parroquia de Fátima - Monterrey, N.L.
Del materialismo a la espiritualidad
El
Evangelio de hoy está marcado por una pregunta crucial: “Maestro, ¿dónde
vives?”. La pregunta es algo más que curiosidad. Es una verdadera búsqueda
interior. En los últimos decenios del siglo XX, parece que el péndulo de la
humanidad se fue al polo del materialismo. A partir de 1968, con la llamada
“revolución sexual” y su alianza con una tecnología cada vez más al servicio
del placer, el hombre y el mundo de finales del siglo XX ha experimentado lo
que es hartarse de carne. Todas las harturas
son indigestas. También la de materialismo y hedonismo. Lo señala un informe español con datos
estremecedores: El suicidio fue, en 2008, la tercera causa de muerte entre los niños de
10 a 14 años en los países desarrollados, sólo por detrás de los accidentes de
tráfico o domésticos y el cáncer. ¿La
causa? «La velocidad
–decía el informe– que imprimen los países desarrollados hoy en día, la
adaptación a los cambios sociales y culturales, la impulsividad, la violencia
de las sociedades avanzadas, pueden tener consecuencias fatales en las personas
más vulnerables». Por eso, según no pocos pensadores, el péndulo de la historia
tendría que volver, en el siglo XXI, hacia el polo de la espiritualidad. El
siglo XXI sería, según ellos, el siglo de
la espiritualidad.