CUANDO DIOS SE ACERCA DEMASIADO
26 de agosto de 2012
Domingo XXI del Tiempo
Ordinario
Parroquia de Ntra.
Sra. de Fátima
Monterrey, N.L.
Sentirse rechazado
Una de las peores
experiencias humanas es sentirse rechazado.
Un chico puede sentir el rechazo de la niña que le gusta. Un ejecutivo o un trabajador puede
sentir el rechazo de sus compañeros. Un
alumno puede sentir el rechazo de su grupo.
Una persona con alguna deformidad puede sentir el rechazo de la sociedad. Y
duele el corazón. Todo rechazo hace
sufrir. Y no digamos cuando el
rechazo viene de un amigo, o de un hermano, o de un hijo. Dicen que el amor hace soportable cualquier dolor; y es verdad. Sólo
que el rechazo provoca un dolor que crece con el amor.
La Eucaristía y el rechazo de Jesús
Entre todos los
sufrimientos que Jesús padeció por nosotros quizá uno de los más fuertes fue el
rechazo de sus discípulos. Es
curioso que esto haya ocurrido en el contexto de la revelación de la
Eucaristía. La Eucaristía es el
mayor acercamiento de Dios al hombre.
Hasta el grado de que el hombre puede comer a Dios. Precisamente, cuando Cristo habla de darnos
su Carne y su Sangre como verdadera comida y bebida, entonces recibe su primera
crucifixión. «Este modo de hablar es
intolerable», dirán sus discípulos.
Y «desde entonces –añade el evangelista–, muchos
de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con Él».
“Discípulos”, es
decir, hombres y mujeres que habían quedado fascinados en otro momento por la
sabiduría de sus palabras y el poder de sus milagros. “Discípulos”, es decir, hombres
y mujeres muy amados. Ahora le daban la espalda. Quizá ofreciendo su Carne y su Sangre, Jesús “ofreció demasiado”,
y el ser humano siempre le ha tenido miedo al amor divino en demasía, a la “excesiva
cercanía” de Dios.
El rechazo de Jesús hoy
También hoy, Jesús
es rechazado. De hecho, con más frecuencia de lo que pensamos. Jesús es rechazado cuando
se niega la existencia del Dios que Él nos vino a revelar; cuando no
se toleran sus palabras ni sus mandamientos, que son “espíritu y vida”; cuando se
considera inadmisible la enseñanza moral de la Iglesia; cuando se
menosprecian los sacramentos o se reciben con aterradora superficialidad; cuando se
abandona a Jesús Eucaristía en tantos sagrarios; cuando
no se reconoce a Jesús en un mendigo.
Señor, ¿a quién iremos?
Afortunadamente, no
todos rechazan a Jesús. Ante el rechazo de sus discípulos, Jesús se vuelve a
sus apóstoles y les hace una pregunta crucial: ¿También ustedes quieren
dejarme? La respuesta de Pedro merece un monumento: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de
vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo de Dios». Además de inspirada, fue una respuesta
valiente. De esas que “queman las barcas”. Pedro reconoce que Jesús no sólo es Alguien
a quien seguir; es Alguien a quien ir. Y una vez que se decide ir a Él, no le queda ya ningú n otro
destino: “Señor, ¿a quién iremos?”. Los rechazos humanos tienen una función
pedagógica. Si alguna vez te has sentido rechazado, quizá has tenido que buscar
ya tu punto de apoyo en otro lado. Sólo
Jesús es, en verdad, “espíritu y vida” no sólo para nuestra alma, también para
nuestro corazón. Tarde o temprano llegarás a la conclusión de que sólo Jesús
nunca defrauda. Por eso, si alguna vez te sientes solo, o desamparado, o
rechazado, ahí está Jesús Eucaristía, el “rechazado”, para comprenderte y
consolarte.
María
Toda madre siente una
pena muy honda cuando uno de sus hijos es rechazado. María habrá sufrido
terriblemente cuando Jesús fue rechazado por sus discípulos. También sufre
cuando nosotros somos rechazados. Sufre y acompaña. Que Ella nos dé la
fortaleza para soportar cualquier rechazo y la sabiduría para acudir a Jesús,
el único que puede alentarnos con sus “palabras de vida”.
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