Domingo V del Tiempo Ordinario - 5 de febrero
de 2012
Parroquia de Fátima - Monterrey, N.L.
Un retrato hablado
El evangelio de hoy
es un evangelio de síntesis. En muy
pocas frases, a modo de pinceladas, nos presenta un retrato hablado de Jesús. Veamos los rasgos más destacados de
este retrato, que nos presenta el evangelista Marcos.
Jesús cercano
Un primer rasgo de
Jesús es su cercanía. Jesús es todo menos un ser lejano, ajeno a la
vida de los demás. Imagino a Jesús
preguntándole a Pedro, después de encontrarlo: “¿Dónde vives? Llévame a tu
casa. Quiero conocer a tu familia”. Entrar
en una casa es crear una relación de intimidad. Jesús quiere entrar en todas
las casas. Quiere que todos experimenten su cercanía, su intimidad. Un consejo que doy a los novios que ya
se van a casar es que coloquen una Biblia y un Crucifijo a la entrada de su futura
casa. Será una señal para ellos de
la presencia de Cristo en su hogar. Y será una señal para los demás, de que
están entrando en una casa donde está Cristo presente…
Y entrando a la casa
de Pedro, lo primero que hace es un milagro: cura a su suegra. Me llama la atención que el Evangelio
dice: “Tomándola de la mano”. Jesús
no sólo es cercano. También es tierno, es cariñoso.
De hecho, Jesús tocó a muchísimas personas a lo largo de
su ministerio:
- Tomó de la mano y levantó a un sordomudo poseído (cf. Mc 9, 25 – 27).
- Tocó los ojos de los ciegos y les devolvió la vista (cf. Mt 9, 29).
- Tocó a un leproso y lo curó (Mc 1, 41).
- Abrazó a los niños que se acercaban a Él (cf. Mc 10, 16).
- Tomó de la mano a la hija de Jairo y la resucitó (cf. Mc 5, 41).
Esa personalidad tan humana de Jesús es una expresión de su identidad más profunda: Él es verdaderamente
el “Dios con nosotros”.
Jesús accesible
En segundo lugar,
Jesús es accesible. La gente se entera de que está en casa de Pedro. Y acude en
masa. Jesús los recibe a todos. Obra –a juzgar por el texto– infinidad de
milagros y exorcismos. La casa de Pedro se convierte en una tarde en el sitio
más visitado de Galilea. Porque ahí había amor, había compasión, había perdón y
sanación. La casa de Pedro hoy es la Iglesia. Y en esta casa, Jesús sigue
ofreciendo su bondad, su cercanía, su disponibilidad para escuchar, para sanar,
para redimir penas y culpas. Cuando ustedes vienen a la Iglesia, al menos los domingos,
vienen a encontrarse con este mismísimo Jesús. La Misa dominical no es un requisito del catolicismo; es una necesidad de nuestro corazón. Es el espacio y la oportunidad para
tener un encuentro personal con Cristo: con su bondad, con su amor que redime,
purifica y sana.
Jesús orante y silencioso
El tercer aspecto
que llama la atención de este evangelio es que Jesús sale de madrugada a
ponerse en oración y silencio. Él, que era la Palabra Eterna de Dios, guarda silencio
para escuchar a su Padre. Sin duda, Jesús vivía en contacto permanente con Dios Padre. Toda su vida terrena era, en
este sentido, una oración. Pero Jesús
dedica tiempos específicos al
silencio y la oración. Orando, Jesús nos descubre su secreto para ser cercano, accesible
y amoroso con los demás. No basta ofrecer
el día. Hay que reservar un tiempo para orar. Hay que ponerse en la presencia
de Dios. Hay que platicar con Él. Los esposos lo saben muy bien: no basta
convivir; tienen que hablar. Conozco parejas que reservan una tarde o noche
para salir a comer o cenar juntos y ahí aprovechan para dialogar con más
profundidad. Para escucharse mutuamente y resolver sus asuntos. Ponerse en
oración no es sólo platicar con Dios; es también guardar silencio delante de Dios. Igual ocurre en el diálogo
matrimonial o familiar: hay que guardar silencio para escuchar al otro. Recientemente,
escribía el Papa Benedicto XVI: «Callando se permite hablar a la persona que
tenemos delante, expresarse a sí misma; y a nosotros no permanecer aferrados
sólo a nuestras palabras o ideas, sin una oportuna ponderación. Se abre así un
espacio de escucha recíproca y se hace posible una relación humana más plena… Si Dios habla al hombre en el silencio, el
hombre igualmente descubre en el silencio la posibilidad de hablar con Dios y
de Dios» (Mensaje para la jornada mundial
de las comunicaciones sociales, 2012).
Conclusión
Éste es el retrato hablado de Jesús, que Marcos nos
presenta este domingo: un Jesús
cercano, accesible y orante. La invitación es clara: seamos también nosotros
más cercanos, más accesibles y más orantes. Sepamos hacerlo especialmente con
quienes están a nuestro lado. Seamos más cercanos, amables y disponibles con
todos. Y descubramos que el secreto para lograrlo es la oración. María
Santísima, la Mater amabilis (Madre amable)
nos alcance esta gracia.
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