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lunes, 6 de junio de 2011

SUBIR BAJANDO

Solemnidad de la Ascensión del Señor
5 de junio de 2011 - Parroquia de Fátima - Monterrey, N.L.



Ascensos y descensos
Algunos han comparado la vida con una “rueda de la fortuna”: subes y bajas. “Todos tenemos nuestros cinco minutos de gloria en la vida…”


Los descensos de Jesús
Hoy celebramos la ascensión de Jesús a los cielos. Debió ser impresionante ver a Jesús despegándose del suelo y elevándose hasta quedar oculto por una nube. La vida de Jesús, sin embargo, hasta ese momento, había estado más cargada de descensos que de ascensos.
  • Bajó del cielo a la tierra en su Encarnación.
  • Después bajó a Nazareth, a una vida de obediencia durante 30 años.
  • Ya en su vida pública, alguna vez quisieron hacerlo rey, pero él bajó a la soledad, al ocultamiento, a la sumisión a la voluntad del Padre.
  • Durante su Pasión, bajó a las peores humillaciones.
  • Después subió, sí, pero a una cruz; y bajó poco después, muerto, a un sepulcro.
  • Por último, “bajó a los infiernos…”, como reza el Credo de los apóstoles.

Bajar para subir
Pero por eso subió tanto. Porque en la vida cristiana, subir es bajar y bajar es subir. Gran intuición de san Juan de la Cruz: “La escalera al cielo se sube bajando”. Nada eleva tanto al hombre como la humildad; nada lo engrandece tanto como la pequeñez; nada lo encumbra tanto como la sencillez al servir. Para el cristianismo: “Servir es reinar”.

Una aplicación práctica: aprovechar las humillaciones
A nosotros, normalmente, no nos gusta “bajar”. Pero a veces otras personas o las circunstancias “nos bajan”, nos “ubican”, nos “humillan”, nos “des-afanan”, como a veces dicen por ahí. En lugar de hacer un drama, ¿por qué no aprovechar esas “bajadas”? Nuestros descensos en la vida podrían ser, si los aprovechamos, como las presas…

La caída del agua produce energía muy útil. Sólo hace falta abrir las compuertas de la humildad... y considerar cada humillación en nuestra vida como una oportunidad para olvidarnos de nosotros mismos y crecer en santidad.

Y si alguna vez te toca subir, “estar arriba”, tienes que subir con humildad, con sencillez. En la Iglesia Católica, no hay un puesto más alto en la tierra que el del Papa. Pues bien, el Papa Benedicto XVI no ha perdido el piso, sino que da muestras de verdadera humildad. Así, cuando fue elegido Papa, se declaró “instrumento insuficiente” (“Me consuela saber que Dios trabaja con instrumentos insuficientes”). Creo que el Papa está haciendo realidad lo que ya decía Chesterton: “los ángeles vuelan porque no se toman demasiado en serio”.

Conclusión
María Santísima, la humilde esclava del Señor, nos alcance la gracia en este día de la Ascensión de su Hijo a los cielos, que la lógica del cristianismo es y será siempre subir bajando.

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