¡Gracias por su visita!

Aquí podrán leer capítulos de "Vicios & Virtudes", guías, frases, fotos y otras publicaciones. Los lunes estará disponible el nuevo video con la homilía del evangelio y la versión en texto. ¡Gracias por su visita!

domingo, 5 de agosto de 2012

POR QUÉ PAN



Domingo XVIII del Tiempo Ordinario
Parroquia de Ntra. Sra. de Fátima
Monterrey, N.L.

Materia prima divina

El domingo pasado, el milagro de la multiplicación de los panes concentró nuestra atención sobre la materia prima humana de la Eucaristía; es decir, lo que Jesús “necesitó” del hombre para se diera aquel milagro, prefiguración de la Eucaristía. Hoy nos centraremos en el pan como materia próxima de la Eucaristía. Y aunque el pan es un producto humano, en cierto modo Dios lo toma como materia prima divina.


El pan de la vida

El pan aparece en varios pasajes del Antiguo Testamento como don de Dios. Entre otros, es célebre el maná como alimento “bajado del cielo” durante el gran éxodo del pueblo judío: «Yahveh dijo a Moisés: “Mira, yo haré llover sobre vosotros pan del cielo”» (Ex. 16, 4). Ahora, en el Nuevo Testamento, Jesús habla del verdadero pan del cielo. Y para decirlo más claro, añade: «…el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo”. Entonces le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan”. Les dijo Jesús: “Yo soy el pan de la vida”» (Jn. 6, 32 – 35).

Por qué pan

Muchas veces me he preguntado: ¿por qué Jesús escogió pan para la Eucaristía? Pudo haber escogido un metal valioso, como el oro o el titanio; o una piedra preciosa. Quizá algunos creerían más fácilmente en la presencia de Dios en la Eucaristía si ésta fuera un diamante excepcional. O, por lo menos, un alimento de cierto rango, como el caviar o la langosta. Pero ¿un pan? Sin embargo, basta meditar un poco para darse cuenta de que el pan es insuperable como materia de la Eucaristía.  Porque es alimento, ofrenda y sacrificio al mismo tiempo. Y no podría pensarse una síntesis más perfecta de la obra redentora de Cristo.

Alimento

El pan es el alimento más básico y universal de la humanidad. Según los historiadores, con el aceite y el vino, el pan fue el primer alimento procesado de la humanidad. Así, ha sustentado la vida del hombre a todo lo largo de la historia y a todo lo ancho de la geografía del mundo. Hoy el pan sigue siendo tan elemental que se lo considera sinónimo de alimento. Y es incluso un indicador económico mundial. Jesús, con la Eucaristía, quiso ser así de básico y universal para sustentar la vida del hombre, pero una vida sobrenatural.

Ofrenda

El pan, desde muy antiguo, ha sido una típica ofrenda ritual. El hombre ha sentido que debía ofrecerle y compartirle a Dios las primicias de su trabajo agrícola; y nada mejor que el pan para simbolizar esa ofrenda. El pan adquiere así un significado trascendente. No sólo es alimento; también es ofrenda. Y ofrenda religiosa. Ahora bien, una ofrenda o regalo –incluso entre nosotros– suele tener cuatro posibles finalidades: agradecer, reconocer, pedir algo o disculparse. La Eucaristía es el nuevo pan que el hombre ofrece a Dios también con estos cuatro fines: eucarístico (agradecimiento), latréutico (adoración), propiciatorio (petición de perdón) e impetratorio (súplica).  La Eucaristía, por ser pan, amasa todo lo humano y lo transforma en ofrenda a Dios.

Sacrificio

Finalmente, el pan simboliza también un sacrificio. Dijimos que el pan fue el primer producto procesado de la humanidad. El proceso del pan es muy simple y esclarecedor de lo que ocurre con la Eucaristía: Primero, el grano es arrancado de la planta. Después triturado y molido. Luego amasado. Finalmente, cocido a fuego en un horno. En otras palabras, para hacerse pan, el grano pasa un verdadero “calvario”. Tal cual hizo Jesús: para hacerse Eucaristía, pasó un verdadero Calvario. La Eucaristía tiene la virtualidad de amasar todos nuestros sacrificios con el de Jesús y de darles un nuevo valor redentor.

“Eucaristizar” nuestra vida

Jesús escogió pan para la Eucaristía por ser alimento, ofrenda y sacrificio. De esto brota un corolario muy sencillo: desde que hay Eucaristía, podemos y debemos “eucaristizar” nuestra vida. Es decir, desde que hay Eucaristía, todo lo nuestro, todo lo humano, puede amasarse con la Eucaristía y hacerse alimento que da vida. Desde que hay Eucaristía, todo lo nuestro, todo lo humano, puede amasarse con la Eucaristía y hacerse ofrenda a Dios de agradecimiento y alabanza, de súplica y perdón. Desde que hay Eucaristía, todo lo nuestro, todo lo humano, puede amasarse con la Eucaristía y hacerse sacrificio con valor redentor.

La “vida eucaristizada” de María

María tuvo la experiencia más perfecta de esta “eucaristización”. Ella se hizo alimento, ante todo, para el mismísimo hijo de Dios. Ella se hizo ofrenda perfecta, con su vida inmaculada y su obediencia a Dios. Ella se hizo sacrificio junto a su Hijo crucificado. Ella nos conceda transformarnos cada vez más en alimento, ofrenda y sacrificio para que, “eucaristizados”, demos gloria a Dios y demos vida a los demás.