Domingo de Pentecostés - 27 de mayo de 2012
Parroquia de Ntra. Sra. de Fátima - Monterrey,
N.L.
Un corazón nuevo
Nos
repugna envejecer. No queremos arrugas en la cara, ni pecas en las manos, ni estrías
en la piel. Hice mi investigación. Escribí “remedios contra el envejecimiento”.
Un millón setecientos treinta mil resultados. Remedios caseros, cremas humectantes,
Bótox, ácido hialurónico, sofisticadas técnicas quirúrgicas: de todo había. Por
no mencionar los así llamados “tratamientos anti-edad” (antiaging). La Iglesia nos ofrece una “técnica” más sencilla y
eficaz. Cierto, no para evitar las arrugas de la cara, pero sí las del corazón,
mucho más feas.
La edad de tu corazón
Juan
Pablo II dijo una vez: “Cada uno tiene la edad de su corazón”. Fue una gran
intuición. Porque el envejecimiento verdadero está más en el alma que en el
cuerpo, más en la psicología que en la biología, más en el corazón que en el
reloj. Por eso, tu verdadera edad no se mide en años sino en actitudes. Hay
viejos jóvenes y hay jóvenes viejos. En el fondo, depende de tu corazón. Si
tienes un corazón vivo, alegre, lleno de ilusión, eres joven, sin importar tus
años. Si lo tienes aguado y triste, sin ilusiones y sin planes, tu corazón está
más arrugado que un Shar Pei (esos rugosos perros chinos, que traen sobrada la
piel).
El Espíritu renovador
La
Iglesia ora hoy, Solemnidad de Pentecostés, con estas palabras: ¡Ven, Espíritu
Santo, y renueva la faz de la tierra! Nos ofrece así el gran remedio contra el
envejecimiento del corazón, que es el peor de todos. “Renueva la faz de la tierra”. La “tierra”, en sentido
bíblico, es ante todo el hombre mismo, pues de ella fue modelado, según la
narración del Génesis (cf. Gn. 2, 7).
La “tierra” es el corazón del hombre. Ya en los orígenes, el soplo de Dios
entró en él, y así cobró vida. Hoy, ese mismo Espíritu de Dios viene a darle nueva
vida. Si el Espíritu Santo entra en nuestro corazón y lo renueva, seremos
totalmente nuevos.
Un corazón nuevo
¿Cómo
es un corazón nuevo? La Biblia nos responde:
- En primer lugar, es un corazón opuesto al “hombre viejo”.
- En segundo lugar, es un corazón de carne:
- Finalmente, en tercer lugar, es un corazón libre.
María: la Mujer nueva
Si
alguien ha tenido un corazón nuevo desde el principio es María. La Iglesia la
llama con razón la “nueva Eva”, es decir, la madre de todos los vivientes en
Cristo. Ella es la “Mujer Nueva” porque es el testimonio más elocuente de la
nueva creatura surgida del poder redentor de Cristo. Ella aceptó plenamente al
Espíritu Santo en su vida. Por eso tuvo siempre un corazón joven, sin mancha ni
arruga. Que Ella nos alcance la gracia de aceptar también nosotros al Espíritu
Santo, Señor y Dador de vida, para que nos dé un corazón nuevo y renueve la faz
de la tierra.
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