VI Domingo de Pascua - 13 de mayo de 2012
Solemnidad de la
Virgen de Fátima
Parroquia de Ntra. Sra. de Fátima - Monterrey,
N.L.
La Virgen de Fátima
El día
de hoy, 13 de mayo, las iglesias y santuarios
de la Virgen de Fátima celebran su fiesta patronal. Hace 95 años, el 13
de mayo de 1917, la Virgen María se apareció por primera vez a tres niños –Lucía,
de diez años, Francisco, de ocho, y Jacinta, de seis, en un caserío de Portugal
llamado Fátima. El suceso dio la vuelta al mundo… Corrían años muy difíciles.
Desde 1914, una guerra de dimensiones apocalípticas asolaba Europa: la primera
guerra mundial. El 5 de mayo de 1917, en un intento supremo por aplacar la
catástrofe de la guerra, el Papa Benedicto XV decretó que se añadiera a las
letanías del Rosario la invocación: “Reina de la Paz, ruega por nosotros”. Ocho
días después, María se aparecía en Fátima con la promesa de la paz, si los
hombres y los pueblos se convertían al amor. Y María insistía, para ello, en
que se rezara mucho; especialmente el Santo Rosario. Ella misma, en su
aparición, se mostró con un gran rosario blanco en sus manos.
El poder de la oración
Muchos
años después, un incidente dramático atrajo de nuevo la mirada del mundo hacia
la Virgen de Fátima… El 13 de mayo de 1981, en pleno recorrido por la Plaza de
San Pedro, el Papa Juan Pablo II se desplomaba abatido por dos disparos del
turco Ali Agca. Una serie de coincidencias milagrosas salvaron la vida del Papa:
Una ambulancia donada una semana antes a la Plaza de San Pedro, para cualquier
eventualidad. Un tiempo récord de 8 minutos hasta el Policlínico Gemelli, en
pleno tráfico de mediodía. El jefe cirujano del Gemelli, que, sin saber nada,
prende en ese momento la radio de su carro y se traslada de inmediato al
hospital. Una rara trayectoria de la bala, que pasa a escasos milímetros de la
aorta abdominal. Tiempo después, el Papa visitó y perdonó en la cárcel a su
agresor. Se cuenta que Ali Agca le dijo al Papa: “No sé cómo usted está vivo;
yo no me equivoco al disparar”. Y el Papa le respondió: “No te equivocaste ni de
arma ni de puntería; te equivocaste de fecha…”. Era un 13 de mayo… día de la
Virgen de Fátima. Hoy sabemos que el tercer secreto de la Virgen de Fátima
tenía que ver con un acontecimiento así: sor Lucía vio a un Obispo, vestido de
blanco, que caía muerto abatido por las balas. El hecho de que el Papa no
muriera fue interpretado por él mismo con una conclusión apodíctica sobre el poder
de la oración: “la oración es capaz de cambiar el curso de la historia”. “Una
mano disparó y otra dirigió la bala…”, comentó el propio Papa. Años más tarde, Juan
Pablo II visitaría el Santuario de la Virgen en Fátima y colocaría la bala de
su atentado en la corona de la Virgen.
El poder del Rosario
La
misma lección sigue siendo válida hoy: la oración puede cambiar el curso de la
historia. Y hablamos aquí, en
particular, de la oración mariana, del Santo Rosario. Nos encontramos, en cierto modo, en el corazón del mes de mayo;
mes dedicado a la Virgen María. Mes en el que tradicionalmente se reza el Santo
Rosario y se ofrecen flores a la Virgen.
No sé cuántos de ustedes recen el Rosario. Hoy es un día para retomarlo. Algunos piensan que el Rosario es una
oración puramente repetitiva. No es
así. El Rosario es, sobre todo, una oración
contemplativa, centrada en Cristo. Lo puso de relieve el Papa Juan Pablo II
en su carta apostólica sobre el Santo Rosario, Rosarium Virginis Mariae, del año 2002. Se cumplen ahora 10 años de
esa hermosísima carta. Por lo demás,
el Rosario es una de las oraciones más humanas
y realistas; es una de esas oraciones con las que todos nos sentimos en
plena sintonía, por las palabras que dice.
En una carta a un amigo suyo, el filósofo francés Charles Péguy escribía: «Nuestra
Señora me ha salvado de la desesperación. Éste era el mayor peligro. La gente
como nosotros tiene siempre bastante fe y bastante caridad. Es la esperanza la
que puede faltarnos… Figúrate que, durante dieciocho meses, no pude recitar el
Padrenuestro… Yo no podía decir “Hágase tu voluntad”. No podía decirlo.
¿Comprendes lo que es esto? No podía rezar a Dios, porque no podía aceptar su
voluntad. Es horrible. No se trata de recitar oraciones de boquilla. Se trata
de decir verdaderamente lo que se dice. Y yo no podía decir verdaderamente
“Hágase tu voluntad”. Entonces recé a María. Las oraciones dirigidas a María
son las oraciones de reserva… No
hay ni una en toda la liturgia, ni una, ¿entiendes? ni una que el más miserable
pecador no pueda decir verdaderamente. En el mecanismo de la salvación,
el Ave María es el último socorro. Con él no se puede estar perdido».
Reina de la Paz
También
hoy, el Ave María es la oración para toda ocasión. Lleva siempre contigo un rosario o, por lo menos, un decenario. Sácalo
y rézalo. No te dé vergüenza. Rézalo cuando vas de viaje. Rézalo en una sala de
espera. Rézalo en un trayecto a la escuela o la oficina. Rézalo el sábado en
familia. Rézalo en una capilla, ante el Santísimo…
Juan
Pablo II lo rezaba siempre en sus traslados. Era –según dijo– su oración predilecta.
Si quieres paz en tu corazón; si quieres paz en tu familia; si quieres paz en
tu ciudad; si quieres paz en el mundo; reza el Rosario, reza a María. A Ella,
Virgen de Fátima y Reina de la Paz le pedimos hoy, especialmente, ruega por nosotros.
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