I Domingo de Adviento - 27 de noviembre de 2011
Parroquia de Fátima - Monterrey, N.L.
Ve soltando el corazón
No encontré mejor
título para la homilía de este primer domingo de Adviento que el de una canción
de Alexander Acha: Ve soltando el corazón. Porque de eso trata el Adviento: de ir
soltando el corazón; de irlo liberando para dejarlo correr por las grandes
avenidas del amor. Porque el corazón
humano se parece mucho a un auto. Pero a un auto potente, de 12 cilindros, con
mucha “ripressa”, como dicen en
Italia. Tal vez tenemos un corazón
con alma de Ferrari. Pero nos da miedo correr. El Adviento es una autopista de
8 ó 10 carriles; una invitación a soltar el corazón y dejarlo correr. Como esas grandes autopistas alemanas,
en las que lo que está prohibido es ir a menos de 140 km/h. ¡Claro, todo tiene riesgos! También el amor. Porque amar es estar
dispuesto a arriesgar el corazón.
Los frenos del corazón
Para “soltar” el
corazón, hay que quitarle tres frenos:
- El freno del egoísmo.
- El freno del miedo.
- El freno de la discordia.
El freno del egoísmo
El egoísmo es el freno de mano del corazón. El egoísmo es
conformista. Prefiere ir a 20 ó 30, pudiendo ir a 200 ó 300 km de amor por hora.
El egoísmo es consumidor. Con el freno puesto, tu corazón no puede dar muchos
kilómetros de amor por litro. Además, el egoísmo nunca te llevará por las
grandes avenidas del amor; preferirá siempre las estrechas calles de la
tacañería. Lo contrario del egoísmo es la generosidad. La generosidad libera
toda la potencia del corazón. El Adviento es un tiempo de generosidad por
excelencia. Es un tiempo para regalar
y compartir. ¿Quieres liberar toda la
potencia de tu corazón? Regala perdones y reconciliaciones, regala benevolencias
y comprensiones, regala borrones y cuentas nuevas. Regala y comparte. Comparte
tu fe, comparte tu pan, comparte tus bienes. ¡Ve soltando el corazón!
El freno del miedo
El miedo es el freno de pie del corazón. Cuando te
enseñan a manejar, lo primero que te dicen es que no debes manejar con los dos pies: uno sobre el acelerador y otro
sobre el freno. Hay personas que llevan siempre un pie en el freno. “Por si acaso…”.
Algo parecido les pasa a quienes tienen miedo de entregar, de abrir, de exponer
el corazón. Tal vez su corazón ha tenido ya algún “accidente”, y ha salido
herido, lastimado. Por eso les da miedo “soltar” el corazón, dejarlo correr.
Prefieren llevar siempre un pie sobre el freno… Prefieren no entregar, no dar,
no abrir el corazón. Prefieren no “arriesgar” el corazón. Tristemente, lo que
vale para las apuestas, también vale para el corazón: “el que no arriesga, no
gana”. Corazón que no se entrega, se seca. Lo contrario del miedo es la
confianza. Para amar, hace falta confiar. Quitar el pie del freno y pisar el
acelerador. El Adviento es un tiempo para acelerar el corazón. Si tienes miedo
de amar, pídele a Dios que este Adviento vuelva la confianza a tu corazón. Convéncete
de que es mejor arriesgar el corazón que secar el corazón. ¡Ve soltando el
corazón!
El freno de la discordia
El último freno del
corazón es la discordia. La discordia es el freno
de motor del corazón. Si has manejado un carro de transmisión manual, sabes
lo que eso significa: vas ya a cierta velocidad y de pronto metes segunda o
primera, el motor se revoluciona y el auto se frena. La discordia es, etimológicamente,
un mal funcionamiento del corazón. La
discordia, en lugar de unir, divide; en lugar de consensar, opone; en lugar de pacificar,
contraría. La discordia no sólo es un freno del amor; es la reversa del amor. Y
hay gente que parece que en esto tiene su entretenimiento favorito: en crear
polémica, en suscitar pleitos, en alentar enconos; en frenar corazones. Lo
contrario de la discordia es la concordia. Concordia significa unir voluntades,
fundir almas, “sincronizar” corazones. Ningún tiempo mejor que el Adviento para
trabajar en la concordia. Empezando por la concordia matrimonial y familiar. El
Adviento prepara la Navidad; y la Navidad es, típicamente, tiempo de
“re-encuentro”, tiempo de “re-unión” familiar. ¡Qué mejor propósito para este
Adviento que trabajar en la concordia! Por eso, ve alineando tu corazón con el
de los demás. Porque eso es la concordia: alinear los sentimientos, deseos e
intenciones de tu corazón con los de los demás. ¡Ve soltando el corazón!
María, Madre de nuestro corazón
Hoy empieza este gran tiempo de Adviento. Hoy entramos en esta gran
avenida del amor que invita a soltar el freno y correr. Nadie mejor que María
para enseñarnos a soltar el corazón. Ella nunca aceptó frenos. Ella supo
mantener su corazón libre de egoísmo, de miedo, de discordia. Que Ella nos
acompañe especialmente en este tiempo de Adviento y nos ayude a ir soltando el
corazón.
+