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lunes, 26 de septiembre de 2011

DECISIONES


XXVI Domingo del Tiempo Ordinario - 25 de septiembre de 2011
Parroquia de Fátima - Monterrey, N.L.


Qué hacer…

A lo largo de nuestra vida, tomamos una infinidad de decisiones. Algunas son de gran calado y trascendencia, como las que comprometen nuestra salvación o condenación, o las que fijan nuestro estado de vida o vocación. Otras decisiones –la mayoría– son más pequeñas y de menor trascendencia. Pero también son importantes. Nuestras decisiones nos configuran como personas. Cada uno es, en cierto modo, la suma de sus decisiones. El Evangelio de hoy nos ofrece un criterio fundamental para todas nuestras decisiones: buscar en todo la voluntad de Dios. Ahora bien, la voluntad de Dios tiene varios estratos o niveles. Vamos a analizarlos y a evaluarnos para ver si nos parecemos más al hijo de la parábola que dijo “sí” al Padre, pero luego no cumplió, o tal vez nos parecemos más al hijo que dijo “no”, pero luego sí cumplió.

La voluntad de Dios en general: los mandamientos

“Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad”, escribe san Pablo a Timoteo (1 Tim 2, 4). Ésta es la voluntad de Dios en general para todos los hombres: que nos salvemos. Su expresión está en el decálogo. Para salvarse, hay que cumplir los mandamientos. Incluso quienes no han conocido explícitamente la revelación del decálogo, poseen una conciencia y una “ley natural”, por la que pueden distinguir el bien y el mal y obrar en consecuencia.

La voluntad particular de Dios: tu vocación

Un segundo estrato de la voluntad de Dios es lo que él quiere como camino de vida para cada uno de nosotros. Esta voluntad de Dios se expresa en los diferentes estados de vida que existen o vocaciones. Hay quienes son llamados por Dios a la vida matrimonial. Son la mayoría. Otros son llamados a una vida célibe –no consagrada– al servicio de los demás. Conozco casos muy ejemplares. Otros, finalmente, somos llamados a una vida de dedicación total a Dios y al prójimo, sea en el sacerdocio ministerial, sea en la vida religiosa, sea en cualquier forma de vida consagrada. Del propio estado de vida derivan también unos deberes que se llaman, precisamente, deberes de estado. Dios quiere que nos realicemos en el camino que Él eligió para cada uno. De hecho, cada uno fue diseñado para seguir ese camino. Para los llamados al matrimonio, es importante discernir también con quién se ha de recorrer ese camino…

Dios tiene a alguien para ti…

Algunos medios para discernir la voluntad específica de Dios:

Lo primero: ora; es decir, pregúntale a Dios. Busca la ayuda de un director espiritual u orientador vocacional. En el campo profesional, la tríada de Jim Collins:
  • Pasión: ¿qué te apasiona hacer?
  • Talento: ¿para qué eres muy bueno?
  • Rendimiento: ¿qué va a dar mejores frutos?

Y una regla general muy sabia: nunca tomes decisiones, en ningún campo, cuando estés alterado, turbado o pasando una crisis. Las grandes decisiones se toman con serenidad.

La voluntad de beneplácito de Dios: estado de perfección

Finalmente, en un ámbito aún más individual, personal, existe un estrato de la voluntad del Padre que tiene que ver con el camino único e irrepetible que cada uno sigue en su vida espiritual. Se llama voluntad de beneplácito. Como su nombre indica, seguir esta voluntad significa buscar en todo momento agradar a Dios con nuestras decisiones y opciones personales cada día. Aquí no se trata tanto de escoger entre el bien y el mal –como en el caso de la voluntad de Dios en general–, sino de escoger entre algo bueno y algo mejor. El discernimiento de la voluntad de beneplácito de Dios es más sutil y delicado. Algunos criterios que pueden ayudar a discernir entre dos opciones de suyo buenas, son:
  1. Preferir todo aquello que me dé más paz y sosiego interior.
  2. Preferir todo aquello que dé mayor gloria a Dios.
  3. Preferir todo aquello que sea de mayor beneficio para el prójimo.
  4. Preferir todo aquello que resulte, en sí mismo, más perfecto.
  5. Preferir, en general, lo que resulte más costoso.


María, la mujer de la voluntad del Padre

Vivir en todo momento la voluntad del Padre no es fácil. Pero es el camino más directo a la felicidad. La Virgen María dijo: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”, y la cumplió al pie de la letra, dejándonos la más alta lección de obediencia a la voluntad del Padre. Que Ella nos ayude a discernir, aceptar y vivir en todo momento la voluntad de Dios en nuestra vida, seguros de que lo más grande, lo más bello, lo más fecundo, lo más feliz que nos puede pasar en la vida es, precisamente, hacer la voluntad del Padre.

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