Solemnidad de la Santísima Trinidad
19 de junio de 2011 - Parroquia de Fátima - Monterrey, N.L.
Más que una doxología
Una de las expresiones más bellas de nuestra fe y culto a Dios:
“Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo…”
Técnicamente es una “doxología”: del griego “doxa”, que significa “gloria”. Acción de alabanza y glorificación a la Trinidad. Existencialmente, su significado es mucho más profundo: Es una síntesis de nuestra misión fundamental en la vida. Es el “para qué” decisivo y definitivo de nuestra existencia humana: glorificar a Dios.
Si alguien quisiera redactar, como en las empresas, una “declaración de principios” para su vida, podría escribir:
- Visión: Ser un glorificador de Dios viviendo por Él y para Él por toda la eternidad.
- Misión: Fundamentar, orientar y dedicar todo lo que soy, todo lo que hago y todo lo que tengo a dar la mayor gloria posible a Dios.
Todo lo que soy: por Dios y para Dios
Supongo que todos sabemos que somos de Dios. De Él venimos y hacia Él vamos. Es lo que la teología ha explicado con el esquema exitus – reditus: todo ha salido de Dios y todo debe volver a Él. Dios es mi origen – Dios es mi destino. Así todo cobra sentido, motivación y finalidad en mi vida. San Ignacio de Loyola llamó a esto: “Principio y Fundamento” de la vida.
Este principio tiene dos consecuencias inmediatas:
- Si yo soy por Dios y para Dios, significa que todo lo que soy –y todo lo que no soy– tiene un para qué. Mis cualidades, mis talentos, mis capacidades, mis conquistas…, y también mis defectos, mis limitaciones, mis incapacidades, mis derrotas… todo es por Dios y para Dios.
- Si yo soy por Dios y para Dios, Él debe tener la máxima prioridad en mi vida.
Todo lo que hago: por Dios y para Dios
Pasamos ahora del ser al hacer. Decir que todo lo que hago es por Dios y para Dios, significa también dos cosas:
- Sin Él no puedo hacer nada.
- Todo lo que haga debe ser para Él, para su gloria.
Este principio vale para todos…
Para un bebé, que da gloria a Dios haciendo lo que sabe hacer… (como me decía un papá recientemente…) Para un niño, que da gloria a Dios obedeciendo, creciendo, haciendo tareas, jugando. Para un joven, que da gloria a Dios estudiando, haciendo deporte, haciendo amigos, madurando. Para un adulto, da gloria a Dios formando una familia, cumpliendo sus deberes de estado, sirviendo a Dios y a los demás. Mientras hagamos lo que nos toca hacer en cada momento, podemos estar seguros y felices de estar dando gloria a Dios.
Todo lo que tengo: por Dios y para Dios.
Del ser y del hacer pasamos ahora al tener.
También en este campo podemos y debemos dar gloria a Dios.
- Reconociendo que todo lo que tenemos procede de Él.
- Usando y disfrutando rectamente de las cosas para su mayor gloria.
Conclusión
María ha sido la creatura que más gloria ha dado a Dios, siendo, haciendo y teniéndolo todo por Dios y para Dios.
Que Ella nos alcance la gracia de vivir felices por la conciencia de estar viviendo por Él y para Él.