VII Domingo del Tiempo Ordinario - 13 de febrero de 2011
¿Quién no ha tenido algún conflicto que resolver esta semana…? Forman parte de la trama de la vida. Porque somos humanos… ¡seres imperfectos…! “Dios es perfección, pero no es perfeccionista…” (J. Philippe).
La paz no puede depender de la ausencia de conflictos… El Evangelio de hoy nos da sabios consejos.
Conflicto
Es una desavenencia, un “desencuentro”, o simplemente un “pleito”. A veces provocado a sabiendas. Muchas más sin darnos cuenta. Sobre todo entre quienes están cerca: E. Rojas escribió : “Queremos mucho a las personas con las que convivimos poco”.
Entre esposos.
Entre hermanos (“amor apache”).
Entre papás e hijos.
Entre amigos.
Entre vecinos.
Entre compañeros.
Resolver conflictos es un “arte”.
“El arte de la negociación” Hace tiempo leí el libro: “Cómo salirse con la suya”. Hay personas conciliadoras por naturaleza…
Pero es más un acto de caridad evangélica.
5 pasos evangélicos para resolver conflictos
1. “Cero agresión”
Primer paso en absoluto: “bajar las armas”. Nunca responder a la violencia con violencia. Evangelio: “No hagas resistencia al hombre malo”. Condición que pongo a las parejas en conflicto… hacer un armisticio.
2. Partir de lo que une
Evangelio: “Ama a tu enemigo”. Es otra forma de decir: “en realidad NO ES tu enemigo…” Poner el punto de partida correcto: “Antes que otra cosa, somos…” Y desde ahí afrontar lo que divide.
3. Desdramatizar
No agrandar el conflicto: ponerlo en contexto y en su verdadera dimensión. Evangelio: “Vete con él dos mil pasos…” Muchas veces lo que está en juego es una tontera…
4. Ceder
El Evangelio dice: “Cédele también el manto”. Sin esto, se genera el “impasse”. Muy rara vez la culpa está de un solo lado; la solución tampoco puede ser unilateral: “Los dos tienen que ceder”. Una buena solución implica un “ganar – ganar”. Tal vez un “nuevo equilibrio”. De otro modo: “falsa solución”.
5. Ser Humildes
Evangelio: “Pon la otra mejilla”. Es otra manera de decir: sé humilde. La mansedumbre: actitud del corazón por la que uno está dispuesto a ceder, a perdonar, amoldarse al otro, a “no oponer resistencia”. Los golpes sólo dañan cuando encuentran una superficie resistente. Los golpes al “aire” no dañan a nadie. La mansedumbre desarma al violento. La humildad apacigua la ira. Es verdad, hay gente “peleonera” por naturaleza.
6. Sopesar la recompensa
Evangelio: Para que sean “hijos de su Padre celestial”. Por tanto, “hermanos”. Si cedo, tal vez pierda “algo”, pero ganaré a “alguien”. Preferir la unidad, la caridad, el “estar bien con” los demás… Me decía un señor: “Yo pago por no tener problemas con nadie”. No es cuestión de “comodidad”, sino de unidad y caridad como valores supremos.
María, Madre de la unidad hay un canto que así la titula. Encomendémonos a ella y pidámosle a ella que nos ayude a escuchar la forma de resolver conflictos con caridad, amor y humildad.
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