XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario
14 de noviembre de 2010
Parroquia de Ntra. Sra. de Fátima
San Pedro Garza García, N.L.
El domingo pasado hablamos de los “tremendistas apocalípticos”. Su mensaje: “se acerca el fin, y más vale tener un búnker dónde refugiarse”. Hoy hablaremos de los “hedonistas despreocupados”. Su mensaje: “Vive la vida y despreocúpate: no pasa ni pasará nada, ni aquí ni en la otra vida”.
1. Firmes en la fe
Texto curioso que me envió recientemente una señora pidiéndome mi opinión. Algunas frases:
- Dios hubiera dicho: ¡Deja ya de estar rezando y dándote golpes de pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida. Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti.
Si al menos el mundo fuera así de “disfrutable”… Pero el mundo, el nuestro, el real, está muy lejos de ser un paraíso terrenal:
o ¿Cómo decir a un hombre invadido de cáncer, y a punto de iniciar un calvario de quimioterapia, que “salga al mundo a disfrutar la vida?
o ¿Cómo decir a una familia desgarrada por la pérdida de un hijo, que “salga al mundo a disfrutar la vida”?
o ¿Cómo decir a una persona sin empleo, que está haciendo lo imposible por llevar algo a la mesa de su casa, que salga al mundo a disfrutar la vida?
La liturgia de hoy, en cambio, nos invita a la fe: “Levanten la cabeza, se acerca la hora de su liberación” (Aleluya). Y el salmo de hoy tiene también un mensaje en este sentido: “Regocíjese todo ante el Señor porque ya viene a gobernar el orbe”.
- No desconoce el sufrimiento humano.
- No desconoce las pruebas que afrontamos en la vida.
- No desconoce la dura suerte de la humanidad.
En cambio, nos invita a creer en un Dios que no nos resuelve la vida aquí en la tierra, pero nos promete un premio eterno en el cielo. Nos invita a creer en un Dios que toma en serio nuestras decisiones y actuaciones, porque en ellas está en juego nuestra propia suerte en esta vida y en la otra. Nos invita a creer en un Dios que, si nos mantenemos firmes en las pruebas de la vida, nos dará la vida eterna.
2. Firmes en la esperanza
Continúa el texto: “Esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que necesitas. Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro”.
De nuevo, la liturgia de hoy nos dice algo muy diferente: las cosas no seguirán indefinidamente como están. Dice la primera lectura: “Ya viene el día del Señor, ardiente como un horno, y todos los soberbios y malvados serán como la paja… Pero para ustedes, los que temen al Señor, brillará el sol de justicia, que les traerá la salvación en sus rayos”.
El texto dice más: “No te podría decir si hay algo después de esta vida pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir. Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que te di. Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿Te gustó? ¿Te divertiste? ¿Qué fue lo que más disfrutaste? ¿Qué aprendiste?
3. Firmes en el esfuerzo y la virtud
Finalmente, el texto dice: “Yo te hice... yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias... de libre albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal por el resto de la eternidad?
Y más adelante: “Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; ésas son artimañas para manipularte, para controlarte, que sólo crean culpa en ti”.
La liturgia de hoy, en cambio, nos dice: “Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”. ¿Firmes en qué?
- Firmes en la fe..., no en falsas ideas sobre Dios.
- Firmes en la esperanza…, no en falsas ilusiones.
- Firmes en la virtud…, no en los placeres efímeros de esta vida.
Si al menos los placeres de esta vida nos llenaran… cierta sospecha de verdad tendría el texto. Pero es que ni nuestro cuerpo se llena con el solo placer… Ni nuestra mirada con la sola “belleza” del paisaje… Ni, mucho menos, nuestro corazón con un horizonte cerrado, intramundano, sin trascendencia…
¡Cómo me recuerda este texto la campaña publicitaria que circuló por varios países de Europa no hace mucho tiempo! “Probablemente Dios no existe, despreocúpate”. Más o menos, como si en el avión alguien dijera: “Probablemente no hay piloto en la cabina, despreocúpate”.
Al leer este mensaje, sinceramente les digo, pensé en el diablo: el “padre de la mentira”, como lo llama Jesús en el Evangelio de San Juan. Que María Santísima nos ayude a permanecer firmes en la fe, en la esperanza y en el esfuerzo y la virtud.