El desequilibrio original
El ser humano es complejo. Mucho más que un sofisticado reloj suizo de alta precisión. Alma y cuerpo, genética y educación, temperamento y experiencia, naturaleza y gracia, todo contribuye a que la persona humana sea en verdad única, inédita, irrepetible e impredecible.
Muy pronto el egoísmo dio a luz su primer fruto ─y quizá el más amargo─: la división. Y así, desde el mismo amanecer de la humanidad hasta el día de hoy, el hombre se siente dividido, lacerado por rupturas desgarradoras en todas sus dimensiones. El hombre se rebeló a Dios, inventó la guerra contra los demás, traicionó su propia integridad y, de paso, rompió el equilibrio de toda la creación.